Experiencias que han marcado mi vida

Desde mi nacimiento he tenido que enfrentarme con la enfermedad y las limitaciones que conlleva. Esto ha hecho que tuviera que luchar día a día por ser persona y poder integrarme en una sociedad, donde se valora más el físico que el saber.

No lo tuve fácil. Sólo pude estudiar hasta 2º del antiguo Bachiller, y por razones mayores me quedé en el camino. Una persona minusválida no tiene fácil colocarse en cualquier sitio, así que me dediqué a coser que es lo que te dejaban.

Mi experiencia en el Hospital

Después de largos años de estudio por mi cuenta y de lucha por la integración en la sociedad de los minusválidos, logré colocarme de administrativa en un hospital.

Allí me sentí realizada totalmente. Primero, porque pude seguir luchando por tener mejor calidad de vida. Segundo, porque podía facilitar el camino a muchas personas que, como yo, acudían al hospital y no sabían dónde ir o dirigirse, con quién hablar para descargar sus miedos etc…. cosas que yo había sufrido en mi largo caminar por la enfermedad.

Comencé en Urgencias por la noche, en el centro de Traumatología: accidentes de trabajo y quemados. La prueba de fuego la pasé gracias a la alegría de poder estar junto a personas y ayudarlas. Mi experiencia contó con la ventaja de conocer bien a todos los estamentos sanitarios y su personal. Me alegraba ver que por las noches todos éramos más humanos y sensibles al dolor de los demás, fueran enfermos, familiares ó compañeros.

Cuando pasé a la mañana, recorrí varios departamentos, conecté con distintas personas a las que nos unía una misma inquietud, formamos un “equipo” en el que estábamos el director, el capellán, el trabajador social, la supervisora, el personal de enfermería, la administrativa, el personal de cocina, etc… En este equipo tratábamos aquellos problemas que detectábamos y buscábamos darles una solución.

Sé que existen departamentos encargados de ese cometido, pero están encerrados en un despacho, con lo cual les es difícil captar las cosas que pasan por los pasillos, consultas, etc.. Os podría contar muchas de las respuestas que daban a las personas que les remitía; yo me quedaba atónita.

Deseo también compartir con vosotros la experiencia de mi paso por la pastoral de la salud. Comencé en un equipo en el que tratábamos los problemas que teníamos y compartíamos nuestra fe. Recuerdo las Campañas del Día del Enfermo, las Jornadas Nacionales de Pastoral de la Salud y de PROSAC, el Congreso Iglesia y Salud, en cuya Secretaría General colaboré activamente.

Recuerdo con nostalgia y gratitud las Jornadas de PROSAC, celebradas en distintos lugares de España, en las que participé con numerosos profesionales sanitarios cristianos -a veces más de cuatrocientos- con el ánimo y lasa ganas de mejorar y humanizar las Sanidad en función del hermano enfermo que sufre.

Mi paso por el Equipo de Pastoral de la Salud me sirvió para crecer en la fe, unirme más a Cristo, hacer que mi trabajo fuera más eficaz, sentirme útil y construir un mundo donde el “Amor” sea lo principal, si somos fieles a la Palabra que Cristo nos dejó.

Perdonad mi atrevimiento, os pido y espero que sigáis luchando, hay muchas cosas que hacer. Tenéis junto a vosotros muchos profesionales que precisan tomar una mayor conciencia del bien que pueden hacer, de su responsabilidad de ayudar a las personas que sufren a su alrededor, de que también ellos son enfermables y algún día les tocará ser asistidos.

Ánimo y todo mi cariño para todos.

Tere descansa en la Paz De Dios y estarás siempre presente en nuestra memoria y nuestro corazón