Mi fuente de energía

Ana Jiménez

Mi fuente de energía

Ana Jiménez, Enfermera. Lleida

 

No puedo separar mi vivencia cristiana de mi vida, pues van unidas, son una sola cosa. Trato de vivir siempre como cristiana: cuando estoy en casa haciendo la faena, cuando voy a hacer la compra, cuando hago la comida para mi familia, cuando voy a buscar los niños al colegio para llevarlos a sus actividades extraescolares, cuando trabajo en el hospital con los enfermos o con las personas que tengo a mi cargo, cuando hago alguna labor de voluntariado.

Desde pequeña, no sé precisar desde cuándo, siento una “presencia” que va conmigo y me impulsa a trabajar por los demás, me juzga cuando hago cualquier cosa, me obliga a ser coherente. Cada vez que voy a juzgar a alguien automáticamente me digo: ¿y tú qué habrías hecho en su lugar? Esta “presencia” la identifico con Dios. Así que no puedo separar mi vivencia de la fe de mi vida. No sé qué actividades realizo o qué actitudes tengo por mi condición cristiana y cuáles por mi condición humana. No puedo imaginar qué haría si no fuera cristiana.

Pero no siempre me resulta fácil sentir esa “presencia”. En mi vida hay muchas horas bajas. A veces “la presencia” se ausenta, se va de mi lado, no la siento. Entonces nada tiene sentido, veo la vida vacía y triste y me falta motivación para el trabajo, para luchar, para amar. En estas horas bajas es cuando valoro más esa “presencia” que me falta, como se valora más la salud cuando se está enfermo.

Afortunadamente cuento con la gran ayuda de la oración en la que pido a Jesús que no me abandone, que necesito su fuerza para seguir viviendo y trabajando. Me ayuda muchísimo la energía que desprende mi marido, el verlo incansable siempre, trabajando sin parar. También el ver crecer a mis cuatro hijos sanos y fuertes como personas, felices unas veces, otras no tanto, pero siempre con recursos para superar sus días bajos. Por todo esto doy gracias a Dios continuamente y le pido que ayude a mis hijos a ser felices trabajando para los demás, ya que ése es el sentido de nuestras vidas.

Es curioso que no había reparado antes en esta “presencia”. Ahora soy consciente de que es mi fuente de energía. Doy gracias a Dios por regalármela y le pido que me acompañe siempre.

Ublicado en el Bol. PROSAC