
Vine al mundo para ayudar y me voy dando a otros la oportunidad de que me ayuden
Africa Sendino, médico. Madrid
Ofrecemos algunos textos de su diario personal recogido por Pablo d’Ors en su libro Sendino se muere.
«Tengo cáncer. De pronto, yo era un personaje nuevo: el médico que enferma… Al advertir que me había cambiado la vida, lo que me figuré fue una puerta lateral que se abría ante mí. Entré por esa puerta consciente de que me conduciría a parajes desconocidos y peligrosos. El primero de esos parajes fue el de la pérdida de la serenidad que proporciona la salud.»
«Desde que sé que estoy enferma, recuerdo con frecuencia los rostros de muchos mis enfermos. Cuando esos rostros estaban muy deteriorados por la enfermedad, sentía miedo y tristeza; cuando pertenecían a enfermos que habían evolucionado bien, me animaba. Recordaba entonces cómo sostuve sus miradas interrogantes, solicitando comprensión o información. Y renovaba mi entrega profesional, incluso ahora que también yo estaba en su misma barca y que nada podía hacer por ellos. Simplemente haciendo nuestro trabajo con responsabilidad y competencia, la capacidad de alivio que tenemos los sanitarios es inmensa.»
«Desde el principio de mi enfermedad comprendí que mi forma de encararla no era el resultado de una gran fortaleza psicológica, sino un don estrictamente sobrenatural. Desde ese primer momento supe que solo tenía un deseo: cubrir este peregrinaje del mejor modo posible.»
«Dios no nos ofrece la enfermedad como castigo, sino como camino. Y porque en ese camino yo estoy aprendiendo intensísimas lecciones de lo que supone que Dios componga el argumento de mi biografía. Comprendo por fin que la Providencia divina no es un simple planteamieto sino una realidad cotidiana que me aguarda en el rostro de mis amigos. Y presencio, como un espectáculo grandioso, hasta dónde puede llegar la bondad de quienes me rodean.»
«Dios ha querido que dedicara mi vida a ayudar a los demás, pero no ha querido que me marchara de este mundo sin dejarme ayudar por ellos. Dejarse ayudar es un nivel espiritual muy superior al del simple ayudar. Porque si es bueno ayudar a los demás, es mejor ser ocasión para que los demás nos ayuden. Quien se deja ayudar se parece a Cristo más que quien ayuda. Pero nadie que no haya ayudado a sus semejantes sabrá dejarse ayudar cuando le llegue su momento. Sí, lo más difícil de este mundo es aprender a ser necesitado.»
«La Medicina es una actividad apasionante desde un punto de vista intelectual, relacional y cristiano. Difícilmente se encontrará otra actividad humana con tantas posibilidades de encuentro y a tal nivel de intimidad. No creo que haya muchas profesiones por medio de las que pueda transmitirse, y de forma tan directa y elocuente, el consuelo de Dios. Ser cristiano y médico ha sido para mí el mismo y único movimiento. No puedo concebir mi fe sin el ejercicio de esta profesión. Profesar la fe se ha identificado para mí con ser una buena profesional. Yo vine al mundo a sanar y me voy de él dando a otros la oportunidad de que me sanen.»
«Soy médico. He metido las manos en la masa del sufrimiento con la noble intención de aliviarlo. Y si he tenido el privilegio de tocar en otros cuerpos tanto dolor, ¿cómo no permitir que otros lo toquen en el mío? Gracias a esta enfermedad que sufro he comprendido que compartir el dolor no significa simplemente asumir el dolor ajeno, sino también repartir el propio. Yo tengo sufrimiento, de acuerdo. Puedo repartirlo o guardarlo para mí. He decidido entregarlo. Y al decidirlo he comprendido que es así como se alivia y que para eso -para entregarlo- existe.»
Pablo d’Ors, Sendino se muere, Fragmenta 2012