Elzo, J., Los cristianos, ¿en la sacristía o tras la pancarta? Reflexiones de un sociólogo

Los cristianos, ¿en la sacristía o tras la pancarta? Reflexiones de un sociólogo

Estamos ante un libro que se lee con pasión por las cuestiones que plantea y porque las reflexiones personales resultan muy atractivas, al provenir de una persona que se ha ocupado durante mucho tiempo del análisis del hecho religioso. De ahí que los últimos capítulos sean tan sugerentes y puedan ser muy útiles para nuestra reflexión personal. «Una fe que no duda es una fe dudosa» (p. 11), dice Elzo citando a Maurice Bellet. El libro consta de una introducción en la que Javier Elzo (catedrático emérito de sociología en la Universidad de Deusto) nos habla del porqué del libro («nace de la necesidad interior de un jubilado… de mil preguntas de signo religioso que… me he ido formulando… que han suscitado reflexiones… sobre qué supone ser cristiano, cómo vivir en una Iglesia… Cómo continuar siendo católico» pp. 5-6) y de su contenido. Dicho contenido se presenta en siete capítulos que reflejan su preocupación por la existencia de «dos Españas» («… un catolicismo rancio, cruzadista, temeroso…, y un anticatolicismo que creíamos superado…»: p. 6) y un epílogo, redactado tras conocer la renuncia de Benedicto XVI. En el primer capítulo («La complejidad del estudio de la religiosidad») el autor vasco presenta las siete hipótesis que se suelen señalar cuando, desde la sociología, se habla de la religión y de la religiosidad de un colectivo deterrminado. «Hipótesis no necesariamente excluyentes, aunque perfectamene diferenciables…» (p. 17) En el segundo capítulo nos ofrece «algunos datos básicos para establecer la situación religiosa, básicamente católica, comenzando por lo más general y planetario y terminando por lo más cercano, esto es, la realidad española, sin olvidar la europea» (p. 35). En el tercer capítulo nos habla de la relevancia de la religión en la cotidianidad de los españoles. Nos ofrece datos sobre la valoración que reciben la Iglesia católica y sus obispos en España (p. 59). El autor cree que gran parte de este juicio negativo proviene de la forma en que la Iglesia es presentada en los medios de comunicación social, concluyendo que es necesario hacer un análisis crítico de lo que hace y propone la propia Iglesia. En el cuarto capítulo («Zozobras en la Iglesia católica») aborda las tres reacciones mayores ante la actual situación de la Iglesia: la de la obediencia total, la de la crítica sistemática a la jerarquía y la del exilio interior. Acaba este capítulo con una referencia a la actualidad del pensamiento de John Henry Newman. En el quinto capítulo («Un cristianismo para el siglo XXI») parte de la polarización entre lo local y lo universal, para dar paso después a una propuesta tipológica de cuatro formas de vivir el cristianismo en nuestra sociedad (el cristianismo desencarnado y espiritualista; el modo secta o gueto; el cristianismo identitario; y, por último, el cristianismo encarnado o cristianismo histórico, por el que apuesta el autor). A continuación, reflexiona sobre el diálogo o confrontación entre las religiones, para acabar el capítulo preguntándose si hay otros espacios para el cristiano en la sociedad que no sea la sacristía o detrás de una pancarta. El sexto capítulo, que nos ha parecido el más interesante, tiene como núcleo central la cuestión de Dios («Dios, la eterna cuestión»). Apoyándose en el libro La humanidad de Dios, de José María Castillo, va reflexionando sobre Dios en sus representaciones, la fe y la ética, la cuestión de las tecnologías y Dios, sobre lo humano y lo sagrado, cristianismo anónimo e imperialismo religioso. «El último capítulo» (séptimo), dice Elzo, «me lo he tomado como el movimiento final de una sinfonía…» (p. 10). En este capítulo el autor nos ofrece mucho de lo más personal y que más tiempo lleva ocupando sus reflexiones: ¿Cómo leer la fe de un cristiano? ¿En qué consiste el acto de fe? Para reflexionar sobre ello Elzo se apoya en la reflexión que de su cristianismo hace el filósofo Paul Ricoeur: «un azar transformado en destino por una elección continuada» (p. 175), apostando por un creyente adulto en la Iglesia de hoy. En el Epílogo Javier Elzo recoge lo que escribió tras conocer la renuncia de Benedicto XVI y confiesa que, «a medida que pasaban los años de su pontificado, dos planteamiento emergían en mí. Por un lado aumentaba mi simpatía y cercanía, también intelectual… con el papa… Pero, al mismo tiempo, me confirmé en dos convicciones. La primera, que la Iglesia no necesitaba… un teólogo papa, sino un pastor. La segunda: que los nombramientos papales y episcopales deben ser temporales. Diez años como mucho. Sin reenganche» (p. 196). Lázaro Sanz Velázquez Tomado de la revista Sal Terrae, enero 2014 Elzo, J., Los cristianos, ¿en la sacristía o tras la pancarta? Reflexiones de un sociólogo, PPC, Madrid 2013.