
“Los creyentes tenemos que abrirnos más a todos. ” Teresa Valbuena, Villada (Palencia).
Nací en una familia cristiana. Dios ha puesto siempre en mi camino personas que me han acompañado, apoyado y creado interrogantes. He ejercido como médico de familia en diferentes pueblos de mi querida tierra de Palencia. Ahora lo hago y vivo en Villada, un pueblo de unos mil habitantes. Desde el Centro de Salud atendemos otros dieciséis pueblos, algunos con muy pocos habitantes.
Trabajar y vivir en un medio rural me permite conocer mejor la vida del enfermo y de su familia, sus preocupaciones y sus esperanzas, sus ilusiones y necesidades, las circunstancias que pueden influir en el curso de su enfermedad. Veo crecer a sus hijos y envejecer a los abuelos. Me dejan entrar en sus casas y en sus vidas.
En la consulta diaria trato las dolencias físicas de mis enfermos y tengo en cuenta sus necesidades psicológicas y espirituales. Cuando la enfermedad es grave intento atender y acompañar no sólo como médico, sino como médico-creyente; hablo con el sacerdote del pueblo, para que pueda acercarse a ellos y ofrecerles el apoyo espiritual que necesiten. Asisto al funeral, si puedo, o me acerco a la casa para dar el pésame a los familiares, permitirles que se desahoguen y animarles por lo bien que han atendido y lo mucho que han querido a su familiar. Este pequeño gesto les ayuda a aceptar con más paz la muerte de su ser querido.
Ser creyente me ha ayudado a asimilar y aceptar que la enfermedad y la muerte forman parte de la vida, aunque no me impide sentir que algo se rompe dentro de mí cuando llega el momento de dar una mala noticia, o de acompañar al enfermo y a su familia en el final de su camino… Poner a su alcance mi persona y mis conocimientos creo que es la mejor manera de ayudarles a sentir a Dios más cerca de su sufrimiento.
Desde hace varios años soy catequista de Confirmación en Villada. Esta actividad me acerca a los más jóvenes. Ellos me obligan a renovarme continuamente, a no anclarme en formas de vida rígidas. Muchas personas se extrañan de que una médica se dedique a dar catequesis. Yo no veo ninguna contradicción. Ser cristianos nos obliga a ser misioneros y testigos en la vida diaria.
Mis compañeros de trabajo saben y respetan mi ser y mi compromiso cristiano; con frecuencia sirve de diálogo ante diversas situaciones en nuestro trato diario con los enfermos. Me parece de suma importancia que la Iglesia se acerque más y con menos miedo al mundo sanitario. Existen muchos profesionales que sin declararse cristianos practicantes, pueden aceptar la colaboración de personas creyentes para conseguir una mejor atención de sus pacientes en la dimensión espiritual de su enfermedad. Los creyentes tenemos que abrirnos más, perder el miedo al ridículo, dejar de vivir nuestro cristianismo en “capillitas”, en grupos de amigos que piensan igual que nosotros, y empezar a vivirlo más en el camino, codo con codo con otras personas que también desean la mejor atención integral de nuestros enfermos.
Desde hace unos veinte años pertenezco a FEAFES Palencia (Asociación de familiares y personas con enfermedad mental). La conocí durante un ingreso de mi hermana en el hospital. Aunque mi hermana murió, yo decidí permanecer en la Asociación porque considero muy importante estar al lado de estos enfermos y de sus familias.
Todas estas actividades intento compaginarlas con mi vida familiar y mi relación con los amigos. A veces estoy muy cansada, otras veces me acechan serias dudas. En estos momentos es cuando siento más cerca el cariño y el apoyo de todas las personas que Dios pone en mi camino para animarme y darme la fuerza necesaria para continuar.