Torre, J. de la, Pensar y sentir la muerte. El arte de bien morir

Pensar y sentir la muerte. El arte de bien morir

Javier de la Torre, director de la Cátedra de Bioética y del Máster de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, nos ofrece un extraordinario material de reflexión sobre el tema de la muerte. Ha querido hacerlo «utilizando el simbolismo de la arquitectura religiosa» (p. 402), que nos lleva desde el patio de de los gentiles hasta la consagración (pasando por el ágora, los umbrales, el pórtico de entrada, la nave central y el altar mayor). La intención del autor, sencilla y limitada, es «teñir con tinta negra unas páginas que hablen a la persona mayor o adulta que ve acercarse la muerte, muerte todavía no inminente, muerte propia» (p. 11). Pretende escribir algo diferente, convencido de que hay sentimientos y palabras de piel adentro que son más importantes que tantas voces e imágenes como escuchamos y vemos sobre el morir hoy en día.

No estamos ante un libro sobre el dolor, el sufrimiento o la enfermedad. Tampoco es un libro sobre el duelo, la muerte del amigo o del esposo, ni un tratado sobre los dilemas éticos que se dan en el contexto médico y hospitalario al final de la vida. Tampoco aborda temas religiosos concretos. «La perspectiva no será ni psicológica, ni biológica, ni médica, ni sacramental… Hablaremos, ante todo y sobre todo, de la muerte propia o del acompañar el camino a la muerte a otros desde dentro de la vida» (pp. 10-11).

Javier de la Torre nos dice que este es un libro contracultural, por muchas razones. En primer lugar, porque desea recuperar una historia olvidada (cap. 1), porque invita a reconciliarse con los símbolos de la muerte (cap. 2) –curiosamen­te, estos dos primeros capítulos ocupan prácticamente la mitad del libro–, porque es profundamente crítico con el silencio y la represión de la muerte dominantes en la actualidad (cap. 3), porque quiere recuperar una ancianidad serena y reflexiva en medio de tanto envejecimiento activo (cap. 4 y 5), porque invita a ser presencia y escucha al lado de la angustia de la muerte hoy (cap. 6), y porque ofrece un camino –el ignaciano– a la muerte (cap. 7).

En un largo y rico primer capítulo –«patio de los gentiles»– rescata la memoria de muchos autores (literatos, poetas, filósofos, santos, Sagrada Escritura…) que, desde la antigüedad hasta los tiempos más recientes, hacen referencia a lo que supone el morir humano. Recoge, a continuación, los múltiples signos que las culturas han elaborado en torno a este acontecimiento –«ágora»–. A partir de este momento, el li­bro da un cambio radical y, en lugar de testimonios del pasado cultural, examina en primer lugar los cambios profundos que se han producido a partir del siglo XX en cuanto a los ancianos, su presencia cre­ciente en la sociedad, los lugares de la muerte (hos­pitales, hospicios, cuidados paliativos…), las nuevas for­mas de medicalización y la marginación de la muerte en la cultura contemporánea –«umbrales»–. El capítulo si­guiente –«pórtico de entrada»–, el más breve, enumera las tareas que pueden hacerse para recuperar la dimensión social del morir y del ir muriendo: agradecimiento, despedir y celebrar la vida, cultivar los vínculos que no de­saparecen. El libro cambia nuevamente su orien­tación, ya que se dedica a temas más personales en relación con la muerte: criterios morales humanos para ayudar a bien morir –«nave central»– (dar vida a los años, desprenderse, vivir el presente, tener y mantener vivo el pasado, etc.), herramientas para acompañar a bien morir –«altar mayor»– (la presencia, la mirada de compasión, el si­lencio, la escucha amorosa, el contacto corporal, el encuentro con Dios, el acompañamiento. Este capítulo nos ha parecido muy interesante, sugestivo y de una gran ternura). El último capítulo –«consagración»– es una mirada a la muerte desde la espiri­tualidad ignaciana a través de la realidad de un ser humano casi siempre enfermo y la vivencia religiosa de un Dios, fuente de toda salud, junto con la inser­ción y actualización en la muerte y resurrección de Cristo.

Esta obra es casi una pequeña enciclopedia sobre la muerte que ofrece muchas perspectivas e ideas para la comprensión de la muerte en general y de la propia en particular. Es un libro para reflexionar, para meditar y para buscar una actitud práctica ante el fenómeno de la muerte propia y la de los demás. En este sentido, la abundancia de material nos parece muy útil y nos permite leer los diferentes capítulos por separado, sin seguir el orden del libro. A lo largo de toda la obra, sin dejar nunca las alusiones a otros autores de todo tipo, el autor nos deja una reflexión muy humana y espiritual sobre un hecho que sigue siendo tabú para nuestra sociedad. En definitiva, creemos que el objetivo del autor –«rescatar textos, restaurar símbolos, criticar la cultura, proponer narrar la vida, animar a cultivar actitudes, sugerir virtudes para acompañar y animar a seguir un camino concreto» (p. 402)– está ampliamente conseguido.

Lorenzo Sanz Velázquez

Bajado de Sal Terrae, mayo 2014

DE LA TORRE Javier, Pensar y sentir la muerte. El arte del buen morir. Madrid San Pablo. 2012.